A su vez, Iván me pone al día sobre sus últimos trabajos. Viñetas, carteles, me habla del libro que publicó (Mola tener 5 años), el blog, la página web, los gifs. Ah, y el mundo de la publicidad, ese charco de caimanes. Me intriga su “proyecto de los retratos y los textos” que estoy viviendo en ese instante y que no desvela del todo. En qué acabará o hacia dónde quiere conducirlo es un enigma dentro de un secreto. Este retrato y este texto, por ejemplo. Supongo que quiere captar a los enanos y reyes de nuestra Corte siglo XXI. Velázquez en Facebook y Twitter.
Borra trazos. No está contento con el rostro, barre las birutas de la goma con un pincel. Guiña el ojo. Alza la ceja. El flequillo lánguido retirado a la derecha. Le hablo del guión de la serie de animación que he escrito. Me gustan sus dibujos y sus colores, tan importantes en el relato. La leerá. Quiero que la dibuje (SOS, productores y business angels).
Iván borra de nuevo mi rostro. No capta mi expresión, dice. Y lo borra una vez más. Lo más difícil son los rostros, dice. Suda. Alza la ceja. Guiña el ojo. Me pide silencio para que no cambien los visajes de mi faz. No tienes rasgos destacables, dice. Una suerte para ti, dice, pero me lo pone muy difícil. No te preocupes, digo. Es cuestión de trabajo, dice. Sólo trabajo. Día a día. Por eso lo hago. Para aprender, para corregirme, para captar esa soltura que quiero alcanzar.
Es inevitable que me sienta un poco como Dorian Gray, pienso, como Carlos IV ante Goya.
Iván y yo tenemos algo en común, nos salen nubes de colores de la chimenea y practicamos la gimnasia diaria del folio en blanco. Iván practica flexiones sobre su bloc. Se prepara para el Campeonato. El suyo. El de su secreto que no desvela del todo. Y
trabaja duro. Se está exprimiendo a diario y se nota en el talento/calidad/trabajo de cada uno de sus proyectos. Ya lo dijo Picasso. Iván lo sabe. “La inspiración existe, pero tiene que pillarte trabajando”.
No sé qué pretende. Pero lo conseguirá.
J. L. Garrido-Lestache (VideoContent.es)